¿La culpa es del Cine o la Televisión?

Crecí viendo cine, teatro y televisión. Vi Rambo I, II, III y IV; y no salgo a la calle a matar gente con metralletas, cinturones de balas ni pañoletas rojas en la cabeza. Vi Depredador I y II, y no creo en alienígenas musculosos con dreadlocks. Vi El Padrino I, II y III; y no formo parte de ninguna mafia, pero sí creo en la familia. Vi Pesadilla en la calle ELM I, II y III; y no creo en monstruos con manicure metálica y suéter de sádico de playa, que te asesinan en sueños. Vi la saga completa de Star Wars, y no salgo a la calle con un tubo fluorescente fingiendo que es una espada láser. He visto casi todas las películas de James Bond, y sigo pensando que es imposible que el tipo haga todo lo que hace, y no se despeine. Vi Batman y Súperman, y no uso los interiores por fuera. Vi Scarface y Carlito’s Way, y no me creo dueño de Miami ni del Bronx, respectivamente. Vi El Resplandor, y no soy esquizofrénico. Vi el Ciudadano Kane, y no soy ningún magnate. Vi Pelotón, y no me dan ganas de matar vietnamitas cada vez que voy a un restaurant. Vi El Color Púrpura, y no soy racista ni resentido. Vi Robocop, y no salgo a la calle disfrazado con una versión 2.0 de una armadura medieval. Crecí oyendo Rock, y no formo parte de ninguna secta satánica. Crecí oyendo Reggae y no soy rastafari. Crecí oyendo Ópera, y no uso leotardos. Crecí oyendo Salsa y no soy malandro. Podría seguir días enteros describiendo todo lo que he visto en cine y televisión, que ha sido contenido violento, y que no afectó en modo negativo mi desarrollo y crecimiento. En cambio prefiero decir qué sí aprendí. Del cine y la televisión aprendí sobre el bien y el mal. Que el villano siempre pierde y la justicia tarda, pero llega. Aprendí que nadie escapa del Largo Brazo de La Ley. Que hay redención para el que se arrepiente de verdad. Que la lucha entre el bien y el mal ha existido desde siempre, porque es inherente a nuestra condición humana, pero que depende de nosotros inclinarnos o no hacia el “lado oscuro de la fuerza”, usando lo único que Dios nos dio al nacer, Libre Albedrío. Que hay sentimientos tan sublimes, como el sacrificio de un amor en Casablanca; o tan poderosos como el efecto de cambio en la muerte de Haley Joel Osment en Cadena de Favores. Que no importa si una mujer es millonaria e inalcanzable y un hombre humilde y pobre, si hay amor de verdad; siempre habrá un lugar llamado Nothing Hill para materializarlo. Que no importa cuánta soberbia albergue un corazón, o cuán injusto creamos que es nuestro destino, siempre habrá redención para el que tiene FE, si no me creen, pregúntenle al teniente Dan Taylor en Forrest Gump. Aprendí que no hay segregación racial, religiosa o de género, que esté por encima de nuestra condición de seres humanos, así estemos muriendo de VIH en Philadelphia. Aprendí que no nos define el “qué tenemos”, sino el “quién somos” y, que el amor y la constancia son el camino, siempre y cuando andemos En Búsqueda de la Felicidad. Aprendí que nuestro paso por esta vida es tan efímero, que deberíamos dejar huellas positivas en al menos Siete Almas. Así como en los primeros ejemplos, podría pasar días describiendo todo lo que he aprendido de la televisión, y que sí afectó de modo positivo mi crecimiento y desarrollo. Pero ¿por qué pasó eso? ¿Porque no fui a la escuela y en cambio pasé todo el día pegado a la TV o en una sala de Cine? No. Es porque tuve una buena educación en casa y una familia que me enseñó a discernir entre el bien y el mal. Una familia que me enseño valores y principios, que me enseñó a respetar la vida ajena y a todo el prójimo. ¿La Televisión? Sí, siempre ha estado allí y seguirá estando, pero no fue ella quien me crió, fueron mis padres. Quienes me conocen se preguntarán, ¿por qué no hablo de las Telenovelas y lo que de ellas aprendí? Precisamente, porque no quiero pagarme y darme el vuelto. Porque quise escoger ejemplos que son del mundo entero, para explicar mi punto de vista. En todo caso, lo que aprendí, está plasmado en mi trabajo. Así que, Maduro, la VIOLENCIA CAMPANTE que azota nuestra sociedad, NO ES CULPA DEL CINE, NO ES CULPA DE LA TELEVISIÓN, NI ES CULPA DEL TEATRO. Es FALTA DE EDUCACIÓN EN CASA y FALTA DE POLÍTICAS DE EDUCACIÓN, que le corresponden al estado. Te recuerdo, Maduro, que el joven de 25 años, que hoy es asesino, tenía tan solo 10 años cuando llegó tu revolución. En rigor, tu revolución es una decadente universidad del mal, que gradúa miles de delincuentes y asesinos cada año. Y en sus salones se enseña el odio, el resentimiento, la discriminación, el racismo, el sectarismo, el antisemitismo, la homofobia, la intolerancia, la envidia, el rencor y la persecución. Todas ésta en clases prácticas, ninguna teórica. Así que no, Maduro, la culpa NO es de nuestro Guión. Puede que la culpa sea más bien del tuyo, de ese guión que interpretas a ciegas y sin saber de actuación. Nuestro guión, el que escribimos los verdaderos artistas, siempre tiene un final feliz. De eso se trata el melodrama. Daniel González.